Toda Europa depende de las importaciones de energía de terceros países. Entre estos últimos, Rusia ocupa un lugar especial, ya que suministra un tercio del gas que se consume en Europa. La mayor parte se transporta por gasoducto (alrededor del 80% de las exportaciones en 2020) y, de forma más marginal, por cisterna de GNL (alrededor del 20% en 2020). En 2020, la empresa rusa Gazprom, que gestiona las exportaciones a Europa, calcula que habrá exportado 159 millones de metros cúbicos de gas, es decir, 1695,2 TWh.
Cabe destacar que en septiembre las exportaciones de gas ruso a Europa fueron mucho más bajas que en años anteriores, pasando de una media de cinco años de algo más de 5 Tera Vatios hora (TWh), o 5.000 Mega Vatios hora al día, a unos 4,2 TWh al día.
La razón de este descenso no está clara, mientras que Rusia lo explica por problemas técnicos y una mayor demanda interna, otros lo ven como una voluntad política de Moscú de utilizar la energía como palanca diplomática y así presionar a los europeos. Esto se debe a las numerosas dificultades que ha encontrado el proyecto de gasoducto Nord Stream II. Este gasoducto submarino está destinado a suministrar gas natural a Alemania y a Europa, evitando así a Ucrania, con la que Rusia sufre tensiones. El proyecto se puso en marcha en abril de 2018 e inmediatamente se enfrentó a la hostilidad de las autoridades estadounidenses. Culminó el 21 de diciembre de 2019, cuando el presidente Trump firmó una ley que ponía a las empresas implicadas en el proyecto bajo sanciones. Esto provocó la retirada de la empresa suiza Allseas, especializada en la colocación de tuberías en el fondo marino.
La decisión de Estados Unidos ha frenado el proyecto Nord Stream II. En 2018 Donald Trump ya había conseguido de los europeos un aumento de sus importaciones de gas natural estadounidense. En efecto, con la explosión de la producción de petróleo y gas de esquisto de Estados Unidos, el precio del gas se ha debilitado considerablemente, lo que ha empujado a las autoridades locales a buscar nuevas salidas, especialmente en Asia y Europa. Esta estrategia llevó a un aumento de las exportaciones de gas estadounidense al Viejo Continente de más del 270% en 2019. Sin embargo, hay que señalar que, aunque el aumento fue espectacular, el volumen siguió siendo bajo en comparación con Rusia.
A pesar de estas dificultades, el gasoducto se completó a principios de septiembre de 2021, pero hay problemas con la certificación del regulador energético alemán, en conjunto con las autoridades europeas, lo que está impidiendo la puesta en servicio del gasoducto. El tiempo necesario para obtener esta certificación podría ser de cuatro meses. Por tanto, las exportaciones podrían comenzar después del invierno, tras el pico de consumo. En consecuencia, si no se acelera el procedimiento, Nord Stream II no podrá suministrar más gas a Europa y bajar el precio del gas.
EL CLIMA: UN ELEMENTO CÍCLICO CON FUERTE IMPACTO EN LOS PRECIOS
Existe una relación entre la temperatura y el consumo de gas. Sin embargo, esta relación no es lineal. En concreto, en el caso del Reino Unido, cuando la temperatura sube un grado y la temperatura es superior a 14 grados, el consumo de gas no varía. Así, por encima de los 14 grados no hay relación entre la temperatura y el consumo de gas natural. Sin embargo, por debajo de los 14 grados, existe una relación lineal entre la temperatura y el consumo. Esto significa que, por cada grado por debajo de los 14 grados, el consumo de gas aumenta aproximadamente un 3%1. Esto explica que el consumo aumente considerablemente durante los meses de invierno. También explica por qué un invierno duro provocará un aumento del consumo, mientras que un invierno suave provocará una disminución del mismo.
Estudios similares realizados en otros países europeos demuestran que esta temperatura central es de 15 grados en Francia y de 16 en Italia.
Pero, ¿cómo es posible caracterizar un invierno «suave» o «duro»? Para ello, utilizamos las temperaturas medias mensuales de los últimos treinta años, desde 1990, y consideramos una variabilidad de dos desviaciones estándar, que representa estadísticamente el 95% de los casos.
Por ejemplo, la temperatura media de enero desde 1990 es de 0,1 grados con una desviación estándar de 1,3 grados, lo que significa que hay una probabilidad del 95% de que la temperatura esté entre -1,2 y 1,4 grados.
SE ESPERA QUE LOS PRECIOS SE MANTENGAN EN NIVELES ALTOS
Por lo tanto, teniendo en cuenta tres variables:
– Estacionalidad de las existencias de gas natural
– El impacto del clima en la demanda
– La oferta rusa es más débil de lo habitual
Construimos tres escenarios:
1/ Un escenario central basado en datos históricos (la media de los últimos cinco años)
2/ Un escenario optimista en el que Rusia repone el suministro de Europa a su nivel histórico y un invierno suave
3/ Un escenario pesimista en el que Rusia sigue suministrando un 15% menos de lo habitual y el invierno es severo.
En el primer escenario, el central, las existencias se situarían en un mínimo histórico del 20% en marzo
En el escenario optimista, las existencias alcanzarían el 25% en marzo.
Por último, en el escenario pesimista, las acciones podrían desplomarse hasta el 6% en marzo.
El análisis de estos escenarios y las hipótesis realizadas nos llevan a concluir que el precio del gas en Europa debería seguir siendo elevado en todos los escenarios. En un escenario pesimista de un invierno frío y escaso suministro de Rusia, los precios podrían aumentar aún más.
Manuel Maleki, Ph.D – Economista de EE.UU. y materias primas en Edmond de Rothschild AM
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