Tras la victoria de Macrón en la primera vuelta todas las miradas están ya puestas en la segunda vuelta y el fantasma de una sorpresa sobrevuela el mercado financiero. Aunque nadie da la victoria a Le Pen, nadie descarta absolutamente esa posibilidad. De momento, las encuestas muestran una prueba inequívoca y definitiva de la crisis del actual sistema partidista en Francia, y apuntan a una votación muy ajustada de en torno al 51%-49% a favor de Macron, pese a que los demás candidatos recomiendan el voto a su favor para evitar un triunfo de la «ultraderechista» Le Pen.
Pietro Baffico, Economista, abrdn.- Creemos que Macron sigue siendo el candidato mejor posicionado para ganar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Francia, aunque es probable que el resultado de la votación sea más ajustado que en 2017. Aunque los sondeos apuntan a un creciente apoyo a Le Pen en la segunda vuelta, seguimos esperando que se forme una amplia coalición anti-Le Pen en torno a Macron. También sigue siendo importante ver cómo se desarrolla la carrera y el debate político en las próximas dos semanas. Dado que la candidata de extrema derecha recibirá más atención en la segunda ronda, se cuestionarán sus vínculos con Putin y la credibilidad de su programa económico, lo que podría perjudicarla. Macron atraerá a todos los votantes indecisos que temen un giro populista de Francia bajo Le Pen, aunque no hayan votado al presidente en funciones en la primera vuelta. La reelección de Macron sería bien recibida por los mercados financieros, ya que implicaría la continuidad de las políticas, nuevos avances en la agenda verde, posiblemente una mayor integración en la UE y un intento renovado de abordar las reformas internas.
Sin embargo, existe un riesgo importante de que Le Pen gane, como reflejan las encuestas y los mercados. Si muchos de los votantes se abstuvieran en la segunda vuelta, las posibilidades de que Le Pen ganara las elecciones aumentarían. Dado que una gran parte del electorado de extrema izquierda ha criticado a Macron, cualquier apoyo de Mélenchon y sus votantes podría ser importante. Como reflejo del estrechamiento de la ventaja de Macron en las encuestas, en el último mes los mercados también han descontado más riesgo, con un aumento de los rendimientos de la deuda pública francesa. La reacción es más limitada que hace cinco años, cuando el diferencial de los bonos soberanos franceses a 10 años con respecto a Alemania alcanzó un máximo de 80 puntos básicos, frente a un máximo de 55 puntos básicos en esta ocasión. Una victoria de Le Pen muy probablemente desencadenaría un importante sentimiento de aversión al riesgo en torno a los activos franceses y a muchos otros activos europeos. Sus planes fiscales, de aplicarse, empeorarían las finanzas públicas francesas. Además, Le Pen estaría mal equipada para asumir el liderazgo sobre los asuntos europeos que tiene Macron y probablemente le resultaría más difícil trabajar con la coalición alemana. A diferencia de Macron, que ha impulsado fuertemente una mayor integración europea y occidental, Le Pen probablemente debilitaría la unidad occidental y dejaría a Europa más fragmentada con menos espacio para impulsar la inversión a nivel europeo.
Una victoria de Le Pen plantea algo menos de riesgos que en 2017, debido a que ha suavizado su postura frente a la pertenencia del euro. Sin embargo, amenazaría la continuidad de la política y sigue siendo un evento de riesgo para los mercados. Además, es poco probable que Le Pen pueda alcanzar una mayoría en las elecciones parlamentarias de junio, lo que atenuaría su capacidad de impulsar determinadas políticas incluso si es elegida presidenta. En 2017, su partido obtuvo más del 20% de los votos en las elecciones nacionales, pero menos del 2% de los escaños en las parlamentarias, dado que el sistema de dos rondas de votación por mayoría suele favorecer a los partidos de centro. Por tanto, tendría que crear una coalición con partidos de centro para formar gobierno, lo que implicaría compromisos políticos.
Para Gilles Moëc, economista jefe en la gestora AXA IM, «la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas parece una reedición de las de 2017« aunque, como indica «no conviene exagerar las similitudes» ya que «las reservas de votos son menores para la segunda ronda, a menos que la participación aumente significativamente el 24 de abril, y se reparten de manera muy diferente a las de 2017», comenta el economista, que señala: «ninguno de los dos candidatos puede ganar sin atraer a algunos votantes de la izquierda» ya que «el comportamiento de los electores de izquierda será más crucial que en 2017«.
Gilles Moëc también comenta que la victoria de Le Pen «podría desencadenar rápidamente una parálisis institucional» en Francia ya que, tal y como explica el economista,»asegurar una victoria para su partido en solitario en junio sería difícil».Moëc también indica que «lo mismo puede ocurrir en el ámbito europeo» ya que «un mayor avance en términos de integración fiscal sería poco realista». Por ello, Moëc advierte: «Esto llamaría la atención del mercado, y la reciente ampliación del diferencial francés sólo sería un anticipo. Si esto coincide con la parálisis política y las divisiones a nivel europeo, París no podría contar con la solidaridad de la UE para hacer frente a la presión del mercado«.
Sobre Macron, Moëc comenta que«se convirtió en un «keynesiano por accidente» debido a la presión de la pandemia y ahora a las consecuencias de la guerra en Ucrania» y añade que «la nueva configuración electoral prolongará este cambio. Esto también hará que se manifieste aún más en el ámbito europeo para defender una mayor integración fiscal y la mutualización de la deuda». Sin embargo, «múltiples fuerzas podrían tirar en diferentes direcciones dentro de la constelación macroniana», según indica el economista ya que «si bien la obtención de un segundo mandato dependerá de atraer a un número suficiente de votantes de izquierdas, una victoria de escaso margen el 24 de abril no pondría a LREM en una posición fuerte para asegurar una mayoría en las elecciones parlamentarias de junio«.
Thomas Gillet, responsable de calificación de deuda soberana y del sector público de Scope Ratings considera que «el triunfo de los partidos extremistas pone en duda un segundo mandato de Macron, lo que plantea dudas sobre las perspectivas sobre el crédito».
«Debido a la estrecha ventaja con la que cuenta Macron sobre Le Pen en las encuestas, el resultado de las elecciones legislativas en junio, así como la segunda ronda de las elecciones presidenciales del 24 de abril, serán decisivos para las finanzas públicas de Francia ya que determinarán si el país tendrá un presidente reformista y capaz de gobernar con una mayoría parlamentaria», asegura.
A su juicio, «la aplicación de las reformas es fundamental para que Francia (AA/Estable) pueda hacer frente a los retos económicos y sociales estructurales, como el aumento de la deuda pública, el descenso de la productividad y la competitividad, las rigideces residuales del mercado laboral, además del coste que supone el envejecimiento de la población del país y la transición energética».
Ludovic Colin, Co-Head of Fixed Income Opportunities, Portfolio Manager, Vontobel, a la pregunta de si ¿estaría la Unión Europea en peligro si vemos que Francia se pasa a la extrema derecha?. Su respuesta es clara y rajante: » No. Le Pen ha eliminado el FREXIT de su programa, algo que le costó caro en 2017, por lo que no creemos que sea un riesgo para la Unión Europea (UE) o el euro. Además, a Le Pen le resultará muy difícil conseguir una mayoría en el parlamento, por lo que sus poderes para hacer grandes cambios estructurales serán muy bajos. El problema es que discutirá mucho con la UE sobre temas como la inmigración y las prestaciones que reciben los inmigrantes, por ejemplo. Frenará cualquier integración adicional de las políticas fiscales defendidas por Macron, y será costoso en términos de inversión y crecimiento, sin duda.
Respecto a la posibilidad de si dejarían de considerarse los bunds alemanes como un activo seguro, su respuesta es igualmente clara: «En nuestra opinión, Le Pen no supone un gran cambio en la escena internacional o de la UE. Además, una vez absorbido el shock, la gente se dará cuenta de que, en junio de este año, Francia elige su parlamento y ella no podrá alcanzar la mayoría. Las combinaciones políticas son numerosas, pero tendrá que suavizar mucho su manifiesto para poder gobernar el país. Sí, podríamos ver movimientos similares a los de 2011, aunque deberían durar poco. La agenda de Le Pen sigue siendo principalmente doméstica, centrada en el coste de vida y en la inmigración. La UE ya no es su prioridad. Así que el riesgo de que se repita lo que ocurrió en 2011 es muy pequeño en nuestra opinión».
¿Hay alguna probabilidad ve de que haya una sorpresa en las elecciones francesas como ocurrió con el Brexit o con Trump?. «Es muy difícil de predecir, pero el riesgo ha aumentado. Francia es un país en el que a la gente no le gusta decir abiertamente a qué o a quién va a votar. En 2002, y en 2017 con el «frente republicano», la gente perteneciente a cualquier filiación política votando en contra de los Le Pens (Padre e Hija), se volcó masivamente en la segunda vuelta. Ahora, no parece que este frente no sea fuerte, todavía. El debate de la segunda vuelta entre los dos candidatos es siempre extremadamente importante. Mitterrand ganó en 1981 gracias a ese debate, Sarkozy destruyó a su oponente en 2007, y Macron aseguró el frente republicano durante dicho debate en 2017″.
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