Hasta hace unos pocos años, Elon Musk era un completo desconocido para el público general. Sólo algunos fans de Tesla y SpaceX conocían su nombre y vanagloriaban sus éxitos cual secta adoradora.
Pero este año ya podemos afirmar que el Sr. Musk ha saltado a la fama y todos conocen su nombre y sus polémicos actos que a los medios de comunicación les encanta difundir a sus audiencias.
Primero, porque a finales del pasado año 2021 fue nombrado «Persona del año» por la revista Time y ahora con la oficialización de «Persona más rica del mundo» en la popular lista que publica Forbes.
HÉROE
Pero Elon Musk ya es un viejo conocido para los que seguimos su trayectoria desde hace tiempo. Nacido en Sudáfrica hace 50 años, es el emprendedor de libro del sueño americano que llegó a los Estados Unidos con una mano delante y otra detrás y que ha estado a punto de arruinarse varias veces. Pero la tenacidad a la hora de llevar sus convicciones a la práctica le han convertido en un modelo de éxito.
Y lo ha conseguido dirigiendo empresas en algunas de las industrias más complejas y con mayores barreras de entrada del mercado. Desde luego en sectores a los que casi nadie apuntaría para crear un negocio en la era del software e Internet donde se han curtidos los últimos multimillonarios.
Por un lado, fundó la empresa SpaceX hace ya 20 años, en los que ha conseguido logros que parecían casi imposibles, como fabricar un cohete reutilizable para reducir los costes de lanzamiento y, con el tiempo, acercar el espacio a más gente. También se ha convertido en el único proveedor de la NASA capaz de transportar astronautas a la Estación Espacial Internacional en un momento crítico de las relaciones con su anterior proveedor, la agencia rusa del espacio.
Pero quizá, su empresa de mayor relevancia es Tesla, líder en la fabricación de vehículos eléctricos y que está revolucionando el mundo del automóvil fabricando coches innovadores gracias a procesos de producción nunca vistos en la industria, a la que está poniendo en serios aprietos.
POLÉMICO
Al parecer, Musk es un genio de la gestión del tiempo. Trabaja más de 100 horas a la semana en sus empresas y también saca tiempo para utilizar su cuenta de Twitter (qué él mismo administra y donde tiene más de 80 millones de seguidores) como altavoz de diversas causas, muchas muy polémicas.
Recientemente se ha posicionado a favor de Ucrania activando el servicio de SpaceX, Starlink, en el país y proporcionando al gobierno antenas para mantener las comunicaciones durante la invasión, y, al mismo tiempo, se ha negado a censurar a los medios rusos como firme defensor de la libertad de expresión.
También publicó una encuesta sólo hace unos días en Twitter preguntando a sus seguidores si pensaban que existía libertad de expresión en la red social, a lo que contestaron que no, tras lo que adquirió más del 9% de la compañía, lo que le convierte en su principal accionista.
Y no perdamos de vista sus presentaciones en los eventos de Tesla. Hace sólo un par de semanas estuvo en Alemania, el corazón de la industria automovilista europea, inaugurando la última gigafábrica de la compañía cerca de Berlín, de la que en en unos meses saldrán medio millón de unidades de su SUV eléctrico, el Model Y, del cual entregó en persona las primeras unidades a los clientes tras su tradicional «baile» de inauguración. Y sólo hace unos días ha dirigido una presentación similar en la que ya es la sede social de la empresa en Austin, Texas.
También es polémico por sus afirmaciones, que muchos medios ven como demasiado futuristas, al respecto de convertir a los humanos en una «especie multiplanetaria» para darnos una oportunidad en caso de que ocurra un cataclismo en la Tierra. Por ello, está dedicando mucho tiempo y recursos para fabricar un sistema de transporte espacial y la infraestructura necesaria para crear una colonia en Marte, que sirva como asentamiento a varios miles de personas.
Desde luego, nos queda mucho por ver de este carismático y excéntrico ingeniero, que se involucra en cada proceso de sus empresas y cuya capacidad de gestión e innovación es única en la industria.
VILLANO
Pero a pesar de sus logros, Musk también acumula muchos detractores. Sin ir más lejos, el mismo gobierno norteamericano le ningunea una y otra vez no invitándole a los distintos foros que el Presidente Biden ha celebrado con las empresas que el gobierno considera líderes en la transición al vehículo eléctrico: Ford y General Motors. Grandes empresas automovilísticas, pero dudosos líderes en la electrificación. Sin ir más lejos la comunidad Tesla se mofa de que en el cuarto trimestre de 2021 General Motors vendió 26 coches eléctricos frente a los 308.600 de Tesla.
También está siendo atacado desde las posiciones de los políticos que le piden que debe pagar más impuestos o desde el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas que le pedía que donase una parte de su fortuna para acabar con el hambre en el mundo, a lo que Musk respondió que si le presentaban un plan realista y auditado para ese cometido, no tendría ningún problema en donar el dinero necesario.
De un modo u otro, no podemos negar que Elon Musk se ha convertido en una figura mediática, prácticamente de la noche a la mañana. No se puede entender la trayectoria de SpaceX ni de Tesla sin su particular estilo de dirección y gestión. Pero es seguro que su influencia en el mundo empresarial sólo está en sus inicios puesto que las empresas que dirige van a revolucionar el transporte en los próximos años en tierra y en el espacio.
Por Enrique Llanes
Autor de Tesla. El ADN de la disrupción (LID Editorial)
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