El repunte imprevisto de la inflación, así como su persistencia, han empujado finalmente al BCE a eliminar con decisión la acomodación. En la reunión de junio, el Consejo de Gobierno (CG) no sólo anunció el fin del QE, sino que se comprometió a una subida de tipos de 25 puntos básicos y a otra (probablemente mayor) en septiembre. A pesar de los riesgos para el crecimiento, se hizo inevitable un claro giro en la política monetaria, ya que algunos de los indicadores clave del BCE se movieron en territorio peligroso: Varias medidas de las expectativas de inflación están a punto de desanclarse, mientras que el crecimiento salarial negociado se aceleró hasta el 2,8% interanual en el primer trimestre.
De cara al futuro, la elevada presión inflacionista (por ejemplo, los precios de producción se situaron en el 37,2% interanual en abril) y los indicios de aceleración del crecimiento salarial no dejarán al BCE otra opción que la de reducir la política acomodaticia. Creemos que el BCE subirá el tipo de interés en cada una de las reuniones restantes de 2022. En septiembre, esperamos una subida de 50 puntos básicos y, en caso contrario, de 25 puntos básicos, de modo que el tipo de interés básico subirá un total de 125 puntos básicos hasta el 0,75% a finales de año, algo menos que las expectativas del mercado (>150 puntos básicos). Dado que las últimas proyecciones de inflación del BCE prevén que la inflación general y la subyacente se sitúen por encima del objetivo del 2% por el momento, hemos previsto nuevas subidas de tipos en 2023. Teniendo en cuenta la ralentización temporal de la actividad, vemos el tipo clave en el 1,25% a finales del próximo año.
La próxima normalización de la política del BCE ya ha alterado los diferenciales de los bonos periféricos. El regreso del riesgo de fragmentación provocó una reunión de emergencia del BCE en junio, en la que el CG anunció la reinversión flexible de los reembolsos del PEPP y la creación de una nueva herramienta antifragmentación. Aunque los mercados aplaudieron este mensaje, aún faltan detalles clave. ¿Cómo garantizar que se evite un estigma (como el de la operación de mercado abierto) pero que se mantenga algún tipo de condicionalidad? ¿Cuál es el umbral de intervención y debe ser activado por un país o por el BCE? Esto último sería más rápido, pero ¿cómo podría establecerse entonces la condicionalidad? Tiene que ser coherente con la orientación general de la política. ¿Deben esterilizarse las compras mediante la venta de otros bonos o a través del mercado monetario? ¿Habrá efectos secundarios no deseados? Dudamos que la nueva herramienta pueda estar a la altura de las expectativas más altas.
Generali Investments Partners
0 comentarios