El 28 de octubre de 2021, precedido por numerosos rumores que apuntaban en esta dirección, el conglomerado de redes sociales denominado Facebook pasó a llamarse Meta. La idea de Zuckerberg y su compañía era la de liderar el metaverso, un nuevo eslabón en la era de las telecomunicaciones donde lo físico y lo digital se entremezclan gracias a herramientas de realidad virtual y realidad aumentada. Un año después de aquella presentación mundial, ¿cómo ha aterrizado el metaverso en nuestras vidas y en qué va a cambiar nuestro futuro?
Aplicación práctica en todos los sectores económicos
Una de las grandes posibilidades que promete el metaverso es una mayor conectividad en todos los sentidos. Las reuniones de trabajo por videoconferencia, por ejemplo, algo que ya ha entrado de lleno en nuestras vidas, «pronto se harán con avatares y hologramas entremezclados», pronostica José Ramón Ubieto, psicoanalista, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC y coautor, junto con Liliana Arroyo, del libro ¿Bienvenido Metaverso? Presencia, cuerpo y avatares en la era digital. Asistiremos a conciertos sin salir de casa o en los que los músicos serán sustituidos por versiones holográficas de sí mismos. Los cursos en línea o las charlas y jornadas serán mucho más inmersivos, y podremos interactuar con elementos del espacio diseñados para tal uso (pizarras digitales, gráficos, etc.). Decentraland (una de las plataformas virtuales orientadas al metaverso) ya organizó la primera boda virtual el pasado febrero, por lo que cabe esperar que serán cada vez más frecuentes, así como «los duelos a través de griefbots, con chats que incluyen al fallecido», pronostica Ubieto. La telesanidad, gracias a los accesorios de realidad virtual y realidad aumentada, será mucho más eficaz. También se aplicará a terapias psicológicas y, por supuesto, a un terreno como la educación.
Las compras parecen uno de los sectores en los que el metaverso está llamado a integrarse antes en nuestra realidad. Según Pierre Bourdin, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC, este será uno de los grandes negocios de los proveedores del metaverso. «Cada proveedor es una especie de puerta hacia el metaverso. Por tanto, todos buscarán que los usuarios, que son los clientes potenciales, entren pasando por su puerta, como ocurre con los centros comerciales: la idea es que vayas al súper y pases ante los escaparates de otras tiendas», explica. Es decir, el proveedor podrá de esta manera vender o alquilar espacios virtuales a otras empresas siempre que su centro comercial sea el más atractivo.
Una sociedad más conectada y más entregada a lo lúdico
Pero al margen de los usos más prácticos, el metaverso llega también para revolucionar las relaciones entre personas. Es una evolución de lo que se hace en las redes sociales. «Hoy ya vemos cómo cada día surgen nuevas formas de presencia (metaverso, inteligencia artificial, robots, chips, hologramas…) que extienden y aumentan la percepción de nuestra realidad, que nos prometen vidas cómodas, fáciles, seguras y sin sorpresas, y que nos permiten dejar a buen recaudo el cuerpo y transcender los límites de espacio-tiempo para sumergirnos en nuestra burbuja digital 3D inmersiva», indica José Ramón Ubieto. Sexo y citas en el mundo virtual, juegos y entrenamiento físico vivirán una revolución figital.
Paradójicamente, la llegada de este mundo híbrido entre lo físico y lo digital demostrará la importancia de lo presencial, tal como anticipa Ubieto. «El mundo figital añade lo virtual como complemento de la corporalidad humana —junto con otras nuevas formas de presencia, como la robótica o la holográfica—. Sin embargo, no la reemplazará porque nadie quiere vivir en un metaverso donde el sabor de los besos o la cerveza se pueden simular, pero no disponemos de nuestro cuerpo para saborearlos», explica el experto.
Nuestra percepción de la realidad aumentará con estas tecnologías, «que favorecerán la socialización, la compañía en caso de soledad no deseada, los aprendizajes, el entretenimiento…». No obstante, los usuarios también buscarán el cara a cara para compensar los encuentros en el mundo digital. «A medida que aumente esa realidad virtual, el valor de la presencia, con el misterio que siempre implica encontrarse con otros, ganará enteros», afirma Ubieto. «Ya hay estudios que demuestran que lo digital favorece la rutina y lo presencial impulsa la creatividad, algo que conviene tener en cuenta en las reuniones de trabajo por videoconferencia, por ejemplo», añade.
Por supuesto, hay una cara B, y así lo explica Pierre Bourdin: «Lo normal es que no dejemos de vivir para mirar la televisión o jugar videojuegos, pero algunas personas, bien porque atraviesan por situaciones adversas, bien por encontrar un terreno favorable, pueden desarrollar adicciones que les cortan de su vida real y en casos extremos pueden llegar a perjudicar a su integridad psíquica y física, como la fatiga extrema o la depresión». En ese sentido, «a veces, el postureo exacerba el narcisismo, ya que la realidad digital en todas sus expresiones es un verdadero laboratorio del yo, pero cierta versión fake de uno mismo nos permite acceder a posibilidades impensables», afirma Ubieto.
Personas con problemas de timidez o de habilidades sociales podrían beneficiarse de esta nueva manera de relacionarse, pero «el problema surge cuando lo virtual sustituye (y no complementa) la presencia. Nadie cuestiona tu salud mental si en carnaval te disfrazas; el problema es que tú no sepas que se trata de un disfraz. Los juegos, presenciales o virtuales, donde los niños se transforman en otros personajes no los convierten en ellos, sino que más bien les ayudan a tratar (simbólicamente) asuntos delicados como la muerte, la sexualidad, las pérdidas o las frustraciones», añade el experto.
Un futuro que aún puede tardar
Hace un año Mark Zuckerberg presentó esta nueva realidad al mundo, pero aún queda camino por recorrer hasta que se integre en las vidas de todos. Las brechas digitales (geográficas, de género y socioeconómicas) o el precio aún poco asequible de cascos o gafas de realidad virtual parecen alejar la llegada de este mundo híbrido.
«No debemos subestimar ni sobreestimar su importancia», dice Pierre Bourdin, que también contextualiza la relevancia del metaverso y de su uso o abuso, ya que es solo una herramienta. «No hemos de olvidar que es una herramienta como el móvil o, si miramos mucho más atrás, la rueda. Sí, se podía vivir bien sin rueda, pero la invención de la rueda impactó en la humanidad. Ahora bien, lo que se hace con la rueda depende de los humanos: se utiliza tanto para hacer la guerra como para la medicina», explica. ¿Pueden los mundos virtuales hacer que nos alejemos de nuestra realidad física? «La presencia que implican la corporalidad y el lenguaje no desaparecerá; permanecerá, y, cuanto más común se vuelva lo virtual, más preciado será lo real», reitera José Ramón Ubieto.
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