Bruselas pretende que en 2030 el 20% de los chips del mundo se produzcan en la UE, lo que implica que se tendrá que multiplicar por cuatro su fabricación, pues en la actualidad apenas alcanza el 10% del mercado.
El plan movilizará 12.000 millones en inversiones adicionales, tanto pública como privada, que se sumarán a los 30.000 millones de euros de inversiones públicas ya planeadas procedentes de NextGenerationEU, Horizonte Europa y los presupuestos nacionales. A ello se añadiría un fondo para invertir entre 2.000 y 6.000 millones de euros en ayudar a las empresas emergentes a incorporarse al sector.
Bruselas aspira a rivalizar con el plan de 52.000 millones de dólares anunciados por el Gobierno de EE UU para aumentar la competitividad frente a China. Una carrera que pasa, según las autoridades europeas, por construir grandes fábricas de chips, en un contexto como el actual en el que hay una escasez mundial de estos componentes vitales para la industria del automóvil y los fabricantes de tecnología, pues son piezas clave para centros de datos, ordenadores o teléfonos inteligentes, y también para dispositivos médicos, entre otros.
Respecto al marco regulatorio, el bloque suavizará sus normas sobre ayudas estatales para evitar precisamente que se declaren ilegales las subvenciones a las fábricas de chips innovadoras.
La Ley Europea de Chips, que busca defender la soberanía digital europea, deberá obtener el visto bueno del Parlamento Europeo y el Consejo.
Para la presidenta de la Comisión esta ley llega «en el momento adecuado, con dos objetivos principales: a corto plazo aumentar nuestra resiliencia ante futuras crisis, anticipando y evitando problemas en las cadenas de suministro. Y, a medio, plazo, hacer de la UE un líder industrial en este mercado tan estratégico».
Intel ya anunció en septiembre que podría invertir hasta 95.000 millones de dólares en Europa durante la próxima década y que anunciaría las ubicaciones de dos importantes fábricas en el Viejo Continente para finales de 2021.
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