Las altas comisiones de las cuentas corrientes y la ausencia de rentabilidad en depósitos bancarios, junto con el repunte de la inflación, está mermando el poder adquisitivo de los españoles
Con cerca de un billón de euros del ahorro de las familias españolas todavía en depósitos bancarios y cuentas a la vista (según datos de Inverco del primer trimestre de 2021), desde Finizens alertan del impacto negativo que está teniendo la escalada de la inflación sobre el patrimonio de los españoles y comparten su Decálogo para pasar de ahorrador a inversor.
“El IPC se ha situado en julio en el 2,9% y la previsión de los expertos es que se mantenga en niveles similares o incluso más elevados en los próximos meses. Teniendo en cuenta que la rentabilidad media de un depósito en España es muy cercana a cero, en la práctica millones de hogares españoles están experimentando una importante merma en sus ahorros y en su poder adquisitivo, sin que vaya a revertirse la situación en el corto plazo”, advierte Giorgio Semenzato, CEO y cofundador de Finizens.
En este contexto, la solución para aquellos que quieran mantener su poder adquisitivo o incrementar su patrimonio pasa forzosamente por dar el salto del ahorro a la inversión. Por este motivo, desde Finizens han elaborado un Decálogo para pasar de ahorrador a inversor, con pautas sencillas, pero a la vez muy efectivas, para ayudar a todas las familias a poner su dinero a trabajar:
1. Entender que toda inversión conlleva siempre un riesgo, por lo que es fundamental para el ahorrador aceptar que los altibajos forman parte de la propia naturaleza de los mercados, y de hecho la volatilidad es un ingrediente fundamental para obtener rentabilidad a la hora de invertir.
2. Mantener siempre un horizonte de largo plazo de cara a tus objetivos financieros. La historia demuestra que las inversiones más efectivas han sido aquellas que se han mantenido en el tiempo, sin dejarse llevar por las emociones, seguir modas del mercado dejándose llevar por los cantos de sirena de supuestos gurús de la inversión, ya que estos casi siempre se equivocan.
3. Seleccionar productos de inversión que sean sencillos y fáciles de entender, es esencial para que te sientas cómodo durante todos los años que estés invertido.
4. Que estén gestionados y custodiados en entidades financieras acreditadas y seguras, esto es muy importante para evitar el fraude a través de los conocidos como “chiringuitos financieros”.
5. Que dichos productos cuenten con varios años de historial de actuación, para que puedas contrastar que su comportamiento histórico haya sido satisfactorio.
6. Que los costes del producto sean los más bajos posibles, dado que el importe de las comisiones aplicadas tiene un impacto directo sobre el rendimiento que obtiene el inversor: cuanto menor sea el coste, mayor será la rentabilidad.
7. Que el producto contratado cuente con una amplia diversificación que le permita adaptarse a todos los contextos de mercado, de modo que permita dormir con tranquilidad en periodos de agitación de los mercados.
8. Lo más recomendable es que la inversión esté indexada al crecimiento de la economía mundial, es decir, que pueda reproducir el comportamiento de una variedad de mercados y activos de manera global. De esta forma, se evitará que tu inversión acabe convirtiéndose en una “apuesta” personal de un gestor humano.
9. Que la entidad gestora de tu producto de inversión sea independiente y transparente, para así evitar conflictos de interés que muy probablemente te acabarían restando rentabilidad.
10. Que el ahorrador tenga la opción de realizar aportaciones periódicas y continuadas en el tiempo, para que su patrimonio se incremente de forma automática mes a mes.
0 comentarios