Con respecto al comportamiento de inflación y reacción de los bancos centrales, por el contrario, y a pesar de los datos que se van conociendo (en EE. UU. la inflación interanual ya se encuentra en el 6,8% a noviembre), pensamos que el mercado no ha revisado todavía al alza sus previsiones de tipos de interés, y que la inflación nos acompañará por un período más extenso de lo que muchos desearían, por lo que esas revisiones no deberían tardar en producirse.
En este sentido, es curioso ver las fuertes divergencias que existen entre los grandes bancos de inversión a la hora de opinar sobre las actuaciones de la Reserva Federal en 2022, pero los más atrevidos ya hablan incluso de tres subidas de tipos el año que viene. Una divergencia que en parte se justifica por algo que escribíamos hace unas semanas: muy pocos han/hemos vivido en un escenario persistente de alta inflación, por lo que es un territorio desconocido. Y en ese sentido creemos que los bancos centrales, y más concretamente la Reserva Federal, irán adaptando su mensaje con el objetivo de preparar a los inversores de cara al nuevo escenario.
El riesgo existente es que el posible retraso en la revisión de previsiones y posibles actuaciones por parte de los bancos centrales mantenga los tipos de interés reales negativos por un período más largo de lo necesario, lo que en principio “retroalimentaría”, aún más, la inflación. Por ello, creemos que veremos actuaciones por parte de los bancos centrales antes de lo que muchos prevén.
En este escenario, y a la espera de acontecimientos, en renta variable mantenemos una visión neutral en lo que a ponderación en las carteras se refiere, seguimos recomendando la reducción de duración en las carteras de renta fija ya que es previsible un deslizamiento al alza en las curvas de tipos de interés, y recomendamos elevar el posicionamiento en fondos de rentabilidad absoluta muy concretos que vienen funcionando bien en un escenario como el descrito.
Equipo de gestión de Portocolom AV
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