A medida que nos acercamos al segundo aniversario del «Covid Crash» en febrero de 2020, hay una marcada diferencia en la actitud hacia el COVID-19 entre Oriente y Occidente. Los gobiernos europeos siguen relajando las restricciones, con Italia y España eliminando la obligación de usar mascarillas en exteriores y Suecia abandonando los tests masivas. En el Reino Unido, el primer ministro Boris Johnson anunció que todas las normas de COVID-19, incluidos los requisitos de autoaislamiento, se eliminarán un mes antes de lo previsto. Sin embargo, en contraste, China sigue aplicando su política de «cero Covid», imponiendo estrictos cierres incluso para los brotes más pequeños. Este enfoque sigue presionando a la economía mundial al prolongar las interrupciones de la cadena de suministro e intensificar las presiones inflacionistas; un sentimiento del que se hacen eco muchas publicaciones de resultados de esta semana, ya que las empresas revelan que siguen enfrentándose a los vientos en contra de los precios de las materias primas y al aumento de los costes laborales.
Los bancos centrales han empezado a movilizarse para combatir la amenaza de la espiral inflacionista, con el Banco de Inglaterra subiendo los tipos al 0,5% y el BCE planteando la posibilidad de una subida de tipos más adelante en el año, tras una reducción más rápida de su programa de compra de bonos de larga duración. El tipo de interés a 10 años en EE.UU. se mantuvo por encima del 1,92% antes de que se conozcan hoy los datos de inflación; una publicación importante que el mercado sigue de cerca, ya que los operadores temen que las elevadas cifras de inflación acaben con cualquier posibilidad de recuperación de la renta variable.
Lewis Grant, gestor senior de carteras de renta variable global del negocio internacional Federated Hermes
0 comentarios