Juan José del Valle
Nos da la sensación de que, desde las últimas reuniones de los principales Bancos Centrales, cuya preocupación era la alta inflación y la consecuente fuerte subida en tipos de interés para contrarrestarlo se están trasladando a preocupaciones por una posible recesión en los próximos meses, de ahí que las expectativas de demanda de metales industriales o materiales estén descontando con fuerza. En este sentido, los bonos (al contrario que pudiéramos pensar) están cotizando en líneas generales a precios más altos (esto es exigiendo rentabilidades más bajas a los inversores) desde la últimas reuniones del BCE y FED en el pasado mes de junio (por poner un ejemplo, el bono americano a 10 años cotizaba a una rentabilidad del +3.47% el pasado 14 de junio mientras que cotiza actualmente a +2.8% (una caída de 67 puntos básicos en apenas veinte días es un movimiento muy fuerte en el corto plazo para el mercado de renta fija) Esto nos demuestra que, una vez más, el mercado ha anticipado y descontado ese movimiento.
En este sentido, además observamos (más específicamente en EE. UU.) cómo el PCE subyacente (Personal Consumption Expenditures) dato de inflación que toma en consideración la FED para tomar decisiones de política monetaria (esto es subir o bajar tipos de interés) ha venido bajando durante los últimos tres meses. Es decir, parece que la inflación en aquel país ha tocado techo y las expectativas van a la baja lo que hace que las expectativas de subir tipos sean más débiles. Más en el corto plazo, si a esto añadimos la fuerte caída en materias primas durante las últimas semanas, podemos llegar a la conclusión de que posiblemente Powell reduzca el tono en la próxima reunión del 27 de julio, hacia un tono más dovish.
Enfocándonos más en materias primas, tengamos en cuenta que el sector de materiales e industriales fue el más perjudicado el pasado mes de junio (-14%) similar al sector de energía (-13,5%) Poniendo ejemplos más específicos el cobre ha bajado un -23,4% a precios actuales desde hace un mes, similar al hierro, el petróleo WTI (-15,6%, 100$) petróleo Brent (-12,6%,) además de fuertes caídas a un mes vista en sector agrícola también (trigo -25%, maíz -20,1%…).
Desde el punto de vista de la estacionalidad y performance del pasado, vemos que en el 100% de los casos en los que el S&P500 ha caído un 15% o más durante el primer semestre, ha obtenido una rentabilidad positiva durante el segundo semestre del mismo año, con una rentabilidad media del +23,6%, históricamente hablando. Además, aunque estacionalmente agosto y septiembre son meses más débiles ya que históricamente han obtenido rentabilidades negativas en la mayoría de los casos (además de haber un volumen inferior debido al periodo estival) tengamos en cuenta que el mes de julio es estacionalmente bueno para el S&P500 en este caso, con subidas medias de aproximadamente el +2% durante los últimos diez años. Además, en este sentido, el último trimestre del año bursátil (desde octubre a diciembre) suele ser positivo también para el mercado en general.
Teniendo en consideración todo este contexto y momento estacional, podemos llegar a la conclusión de que, sobre todo estos meses de verano, mejor ser precavido que atrevido, refugiándose en sectores menos volátiles que el resto. Consideramos en este sentido tres sectores: salud (farmacéuticas…) consumer staples o consumo básico (como empresas del sector alimentación, bebidas, tabaco…) y utilities o servicios públicos (eléctricas, agua…) Algunos ejemplos podrían ser Pfizer, Astrazeneca, Sanofi, Iberdrola, General Mills, Nestlé.
Son tres sectores que independientemente del ciclo económico donde nos encontremos suele aportaringresos recurrentes con una rentabilidad por dividendo media-alta en la mayoría de los casos. Por otro lado, estaremos pendientes del sector tecnológico, uno de los más castigados del año. Si nuestra hipótesis es correcta de que esas expectativas de subidas de tipos sean más bajas, el impulso de este sector tan castigado puede ser importante, en compañías como Amazon, Alphabet o Meta (esto dependerá en gran medida también del sector commodities y sector energético en general durante las próximas semanas).
APROVECHAR LA VOLATILIDAD EN UN VERANO AGITADO:
Franco Macchiavelli
Frente a la coyuntura actual, cada vez se vuelve más necesario poder discernir entre un buen momento de compra, buen momento de venta, buen momento de rotación o buen momento de permanecer en liquidez.
Hasta entonces, hemos presenciado fuertes caídas en el mercado de materias primas, además de algunos indicadores que reflejan una reducción considerable del crecimiento, como el reciente dato del PMI manufacturero de Estados Unidos. Hemos pasado del miedo a la inflación al miedo a la recesión y contracción en la demanda.
Pese a ello, la situación actual contiene muchos condicionantes que pondrán al límite al inversor medio debido a un exceso de información, estímulos, noticias y volatilidad.
La pregunta que nos concierne en este sentido es la siguiente:
– ¿Es momento de invertir o momento de hacer trading?
Lo cierto es que, frente a las caídas tan abruptas acontecidas en los últimos meses, un inversor que mantenga un horizonte temporal medio (es decir, que no tenga una rotación constante en temporalidades bajas) se enfrenta a serias dificultades en su gestión, sobre todo a nivel psicológico.
– ¿Qué ventajas nos ofrece el trading en lugar de la inversión en un contexto de mercado bajista?
La respuesta es clara y evidente, la flexibilidad y versatilidad que ofrece la operativa de trading puede ganar terreno en el corto plazo e incluso cubrir parte de las caídas que reflejan la mayoría de las carteras de inversión. Muchos inversores optan por entrar en corto en mercados bajistas y promediar las caídas con entradas periódicas que le permitan cubrir esa plusvalía perdida en la cartera de inversión.
El timing, la volatilidad, el volumen y los niveles clave que el mercado va perdiendo, son la pauta principal a tener en cuenta por la mayoría de traders que deciden optar por una operativa más flexible y adaptativa al entorno actual. Eso no le quita lugar a la gestión discrecional de carteras, que busca hacerse un hueco entre tanto pesimismo, pero con la media de los sectores por debajo del umbral de rentabilidad (únicamente destacando el sector energético en YTD) la inversión con horizontes temporales medios se vuelve más compleja.
Paralelamente y mientras se busca cubrir cartera con trading, debido al ajuste global en los títulos de renta variable, no se deben perder de vista las valoraciones y los múltiplos de muchas empresas que podrían presentar muy buenas oportunidades en el largo plazo. Podríamos decir que el trading serviría para no perder la oportunidad de cubrir las caídas, pero paralelamente sin perder de vista el momento idóneo para posicionar la cartera de inversión.
FORMACIÓN Y BUENOS HÁBITOS
Lo peor que un inversor puede hacer, es intentar remediar un error en medio de un caos mental lleno de sensaciones negativas producidas por las pérdidas en su cartera. En este contexto, es ideal recordar la parábola del leñador y el hacha.
En estos momentos tan tensos del mercado, es primordial “afilar el hacha” descansando y estudiando. La maestría se logra con una combinación adecuada y proporcionada de dos factores: experiencia (fuego real) y estudio (mejora continua).
Ya sea que nuestra estrategia reporte fallos en los parámetros de gestión, errores en el manejo de riesgo (algo muy típico) o incluso problemas de conducta a la hora de operar, la formación no es una opción en este sentido, sino todo lo contrario, una obligación en toda regla.
La coyuntura actual exige gestores y traders disciplinados y eficientes, y esto no se logra apagando las pantallas y buscando venganza al día siguiente. Se logra con una formación adecuada y una serie de hábitos que favorecen el progreso, independientemente del contexto de mercado en el que nos encontremos.
0 comentarios