Nos hicimos esta pregunta en 2021: ¿Ha llegado la hora “U” para el uranio? Es decir, el comienzo de una fase alcista tras años de ralentización de la demanda. Esto había mantenido el precio entre 20 y 25 dólares la libra durante una década, lejos del pico de 150 dólares alcanzado en 2007.
Desde Plenisfer Investments habíamos estimado que el precio del uranio podría superar el coste de producción de unos 50 dólares por libra en 2025, llegando a alrededor de 60 dólares por libra.
Hoy, creemos que este objetivo puede alcanzarse a finales de este año.
Source: Cameco
En apoyo de esta tesis está la peculiar dinámica de la oferta y la demanda, la primera respaldada por una serie de tendencias estructurales, como la descarbonozación, y la segunda muy limitada y con previsiones de seguir disminuyendo.
Esta dinámica no solo se confirma ahora, sino que se reforzó en 2022.
Por el lado de la demanda, la invasión de Ucrania y las tensiones geopolíticas con Rusia han aumentado la preocupación por la seguridad del suministro y han generado, como muchas otras materias primas energéticas, un pico temporal en el precio del uranio de casi 60 dólares la libra, alcanzado el pasado abril. Tras la invasión, el precio se vio especialmente respaldado por la preocupación por el transporte, ya que el principal canal de exportación de uranio de Kazajistán (que representa el 40% de la producción) pasa por el puerto de San Petersburgo. La creación de una ruta alternativa de exportación transcarpiana que no pasa por Rusia ha aliviado estos temores y ha devuelto el precio del uranio a unos 50 dólares la libra (fuente: UxC).
También en 2022, la energía nuclear se incluyó en la taxonomía de fuentes de energía sostenibles de la Unión Europea, una decisión que debería apoyar una mayor demanda de uranio.
En general, el renovado interés por la energía nuclear ha dado lugar a la planificación de nuevas instalaciones en varios países: están previstos unos 100 reactores de potencia, la mayoría en Asia, y otros 300 están en estudio. Además, se están estudiando centrales de cuarta generación que prevén pequeños reactores modulares. La UE cofinancia un proyecto experimental de fusión nuclear, Iter, con el objetivo de generar energía nuclear sin residuos para 2035 y hacerla más sostenible tanto desde el punto de vista medioambiental como económico. Mientras tanto, el Departamento de Energía de EE.UU. anunció que, por primera vez en la historia, un proceso de fusión nuclear ha producido más energía de la que se utilizó para desencadenar la reacción. Es una noticia sensacional, pero hay que recordar que cualquier uso a gran escala de la fusión llevará décadas.
Por el lado de la oferta, más allá de la peculiar dinámica de 2022, existe una escasez estructural.
Los principales operadores, ante los bajos precios del uranio y el aumento de los costes de extracción, han reducido sus inversiones en explotación y producción en más de un 80% en la última década, según S&P Global Market Intelligence. La producción también parece estar muy concentrada tanto geográficamente, con la mayor parte de la producción en Kazajistán (41%), como en términos de operadores, con cerca del 70% de la producción primaria en manos de los cinco principales productores, de acuerdo con la World Nuclear Association (WNA).
En los 10 últimos años, alrededor del 30% del ucranio ha procedido de suministros secundarios, esenciales para hacer frente a la escasez de oferta. Es muy difícil calcular la cantidad de existencias disponibles debido al secreto comercial de los operadores. Sin embargo, algunas estimaciones la sitúan en 1.300 millones de libras, según la WNA, un suministro potencialmente insuficiente en comparación con la demanda prevista. También hay que tener en cuenta que la mayoría de estas reservas están en manos de operadores públicos (53%) y gobiernos (34%)y que solo una parte relativamente pequeña de estas reservas puede considerarse “vendible”, ya que en su mayoría se mantienen por razones estratégicas.
A pesar de la contribución al suministro que puede suponer la reactivación de varias minas de uranio (McArthur River, Langer-Heinrich, Lost Creek, Rosita…), se sigue estimando un déficit persistente de 15-30 millones de libras al año, incluido el suministro secundario. Creemos que este déficit persistirá al menos hasta que entre en funcionamiento la nueva mina de NXE (2030) y/o hasta que los precios al contado y a plazo suban significativamente a 75 dólares la libra y 85 dólares la libra, respectivamente.
En este contexto, se prevé que la oferta de uranio registre su séptimo año consecutivo de déficit, estimado en unos 42 millones de libras, frente a una demanda primaria de aproximadamente 180 millones de libras.
De la subalimentación a la sobrealimentación: El factor crucial en el alza del uranio
En el último año, desde el inicio de la invasión de Ucrania, el precio al contado del uranio ha aumentado alrededor de un 15% y ahora ronda los 50 dólares la libra. En el mismo periodo, el precio al contado del uranio enriquecido ha aumentado alrededor de un 150%, pasando de unos 40 dólares a más de 110 dólares la libra. Por tanto, es en este último donde la “prima de riesgo” geopolítica se ha reflejado plenamente en el precio.
Los compradores de uranio enriquecido, es decir, las empresas de servicios públicos, se han apresurado a comprar uranio enriquecido porque, aunque Rusia es relativamente marginal en la producción de uranio (14%), sigue siendo crucial para el resto del ciclo de combustible nuclear al proporcionar aproximadamente el 27% del uranio enriquecido, según UxC. A mediados de 2023 entrarán en funcionamiento nuevas plantas de enriquecimiento de uranio en Estados Unidos y Europa, con el objetivo de reducir la dependencia energética de Rusia, lo que debería disparar la demanda y sostener el precio del uranio enriquecido.
La cuestión es: ¿el precio del uranio seguirá la tendencia alcista del uranio enriquecido?
En Plenisfer creemos que existe un mecanismo a través del cual el aumento del valor del uranio enriquecido podría reflejarse en el precio del uranio, aunque no sea inmediatamente. Este mecanismo es la transición de la subalimentación a la sobrealimentación.
Cuando los precios del uranio son altos, se incentiva a los enriquecedores de uranio a utilizar menos, lo que implica tiempos más largos para proporcionar la misma cantidad de producción de uranio enriquecido (“subalimentación”).
Cuando los precios del uranio enriquecido son altos, suponiendo que el precio del uranio no se mueva en paralelo, el incentivo se desplaza hacia la sobrealimentación de la cadena de producción, es decir, el suministro de más insumos de uranio para acortar los tiempos de enriquecimiento y, por tanto, aprovechar los precios más altos («sobrealimentación»).
Actualmente, nos encontramos, en esta fase de “sobrealimentación” que, en nuestra opinión, crea una fuente de demanda secundaria de uranio por parte de los enriquecedores, destinada a mantener su precio.
Esta tesis ya parece corroborada por los mercados: desde principios de año, mientras que los precios del uranio enriquecido se mantuvieron sustancialmente estables (-1%), los del uranio han subido un 5%, según UxC.
Esperamos que esta tendencia continúe y, a la luz de todos los factores descritos, confirmamos por tanto nuestra opinión estructuralmente positiva sobre el uranio.
Marco Mencini, gestor senior de carteras de renta variable en Plenisfer Investments (parte del ecosistema de Generali Investments)
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