Europa ante Trump: amenazas y oportunidades, por Josep M. Vilarrúbia (Caja Ingenieros).- La victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses demuestra la capacidad que ha tenido el expresidente y próximo inquilino de la Casa Blanca de capitalizar el descontento popular relacionado con la inmigración y la inflación. Su éxito en el voto popular y en todos los swing states, en algunos casos con márgenes notables (a pesar de que las encuestas predecían una contienda ajustada), indica un respaldo significativo del electorado para sus políticas aislacionistas y proteccionistas basadas en el “America First”, la laxitud normativa y fiscal.
En este sentido, azuzada por las amenazas que se pueden derivar de la política estadounidense a partir de enero 2025, la UE puede avanzar en su construcción a partir de la implementación de las recomendaciones de los planes Draghi y Letta y que la nueva Comisión Europea presidida por Ursula von der Leyen ya ha definido como su hoja de ruta. A grandes rasgos, estos informes hacen una llamada a desarrollar una política favorable a la competitividad común que incluya la política comercial, la industrial y la de competencia.
Este objetivo se deberá enfrentar a debilidades internas como la situación política de los ejecutivos alemán y francés. El primero, golpeado por la incertidumbre política ante las tensiones internas, la inminente ruptura del gobierno de coalición liderado por Olaf Scholz y las probables elecciones anticipadas en el primer trimestre de 2025. El segundo, crispado por las tensiones entre el ejecutivo y el legislativo que dejan el gobierno de Macron en una situación precaria.
Un enfoque pragmático
Tal como hiciera en su primer mandato, se prevé que Trump aplique una política más pragmática que los anuncios realizados durante la campaña. En cualquier caso, es de prever que la política económica y la política exterior estadounidenses serán más volátiles y menos predictibles, lo que puede dar lugar a una creciente incertidumbre económica y geopolítica que puede suponer un lastre para la inversión y la actividad económica, tanto en el país como a escala global.
A esto hay que sumar la posibilidad de la implementación de un arancel del 10% a todas las importaciones y un 60% a las de China lo que podría generar un aumento en los precios, así como una disminución de la actividad económica. En concreto, según diversas estimaciones, de implementarse, esta política daría lugar a impactos puntuales como un aumento de los precios de alrededor de 1 punto porcentual y una reducción de la actividad de entre 0,5 y 1,4 puntos porcentuales. Las reacciones internacionales ante estas medidas, como represalias arancelarias, serán un factor adicional de lastre. Además, la inflación provocada por estos aranceles, una vez que entren en vigor y a pesar de ser puntual, puede limitar la capacidad de la Fed a reducir los tipos de interés o a reducirlos más lentamente.
No obstante, hay factores que pueden limitar dicha imposición de aranceles, tales como convertirlos en moneda de cambio para obtener condiciones más favorables en acuerdos comerciales o en compromisos de inversión por parte de países extranjeros. Otro aspecto que no podemos desatender es el de la presión de las empresas norteamericanas más afectadas por los aranceles a la importación o por las posibles represalias por parte de terceros países. También cabe tener en cuenta la dependencia de las importaciones por parte de algunos sectores estratégicos y relevantes, como por ejemplo el hecho de que Tesla –propiedad de uno de los grandes valedores de Trump, Elon Musk- utilice intensivamente a China en su cadena de producción.
En este marco, Europa se encuentra en una situación económica coyuntural más favorable que en 2016 en que destaca la elevada capacidad fiscal en Alemania y otros países de la zona euro, a la que se suma la buena andadura de los balances de los agentes privados, incluyendo el sector bancario y que también se refleja en elevadas tasas de ahorro. Además, la UE tiene un mercado laboral sólido y con menores tasas de desempleo que en 2016. En cambio, la debilidad económica de Alemania, asociada a su importante tejido industrial y exportador supone una vulnerabilidad en este entorno desglobalizador.
Laxitud fiscal y regulatoria
En lo que se refiere a políticas fiscales, Trump ha propuesto rebajar el tipo impositivo a las empresas hasta el 15 %. Ya en 2018, el Tax Cuts and Jobs Act (TCJA) rebajaba el tipo del 35 % al 21 % con vencimiento en diciembre de 2025. En campaña, el nuevo presidente proponía una rebaja adicional “para aquellas empresas que produzcan en Estados Unidos”, una propuesta a la que han sumado diversas exenciones fiscales como la eliminación de la imposición sobre las propinas, el aumento del deducible en los impuestos federales por los impuestos locales y estatales pagados y la (menos probable) supresión del impuesto sobre los beneficios sociales.
Estas propuestas fiscales, con estos recortes impositivos, son susceptibles de generar mayores déficits públicos, así como un sustancial aumento de la deuda pública en los próximos años como resultado de la previsible caída de los ingresos públicos. Los mayores ingresos por aranceles son muy complejos de estimar por los posibles cambios en los flujos comerciales y las posibles medidas que puedan adoptar terceros países. Adicionalmente, algunos sectores afectados por las medidas arancelarias presionarán a la administración para obtener ayudas directas como sucediera, por ejemplo, los agricultores estadounidenses afectados por el arancel de China a las importaciones de la soja durante el primer mandato de Trump.
A las propuestas fiscales se suma un afán de desregularización que ha caracterizado a Trump durante su campaña. Así, por ejemplo, el sector energético se vería beneficiado por una mayor laxitud en los permisos de perforación y extracción de crudo y gas natural, a la que se sumarían menores requisitos medioambientales. Los sectores bancario y financiero gozarían de menores requerimientos y de una menor presión antitrust. Las industrias química, acerera y cementera verían relajados los requisitos medioambientales. Por último, también se relajaría la regulación en el sector de los criptoactivos.
Por otra parte, el sector de las energías renovables probablemente se vea castigado con la eliminación de deducciones y bonificaciones existentes. A la vez, el sector verde europeo podría ver reducida la competencia por parte de las empresas estadounidenses, aunque el mercado norteamericano puede perder atractivo como destino de exportación, debido tanto a los aranceles como al menor apoyo a la inversión verde por parte del gobierno.
Esta mezcla de proteccionismo a ultranza y laxitud regulatoria puede plantear serios desafíos a la competitividad europea, centrada en una transición hacia modelos más sostenibles con la normativa que de ello se deriva. Un aspecto que se intensificaría ante el previsible abandono del acuerdo de París sobre el clima, algo que Trump ya hiciera en su primer mandato y sobre lo que volvió a incidir cuando Estados Unidos volvió al acuerdo, bajo el mandato de Biden.
Aislacionismo
Uno de los aspectos consustanciales de la victoria del presidente entrante ha sido su discurso sobre la inmigración, con promesas de políticas severas que podrían revertir en deportaciones masivas, con un efecto adverso en término de tensiones salariales y caída de la actividad en un contexto en que el mercado laboral estadounidense opera cerca de la plena capacidad con una tasa de paro del 4,1 %. Es por ello por lo que la aproximación pragmática dicta que esta política probablemente se centre en limitar los flujos de entrada en adelante.
Una política que entronca con una postura aislacionista que buscará reducir el compromiso de Estados Unidos con organizaciones internacionales a la vez que exigirá mayores contribuciones de aliados en organismos como la OTAN. El enfoque será altamente transaccional, basado en el interés nacional (en contraste con administraciones anteriores) y con una renuncia a mantener su influencia y papel central en la geopolítica global.
Así, si por un lado se espera que el enfoque pragmático de Trump se traduzca en la búsqueda de un armisticio entre Rusia y Ucrania y en evitar una escalada del conflicto entre Irán e Israel (especialmente si provocase un incremento sustancial de los precios del crudo). Organizaciones multilaterales como la OMS, el FMI y el Banco Mundial verán reducido su apoyo.
Frente común
A corto plazo, la previsión es que la economía estadounidense se verá respaldada por sólidos fundamentos económicos. Sin embargo, en la medida en que, eventualmente, se cuestione la optimalidad de las políticas propuestas por Trump para garantizar la prosperidad de sus conciudadanos, es probable que se suavicen sus propuestas iniciales para evitar una pérdida de confianza de los inversores en los activos estadounidenses.
A nivel de UE, la clave, ante este escenario que plantea incertidumbres a medio plazo para la marcha de la economía estadounidense, será la capacidad de encontrar la voluntad política de articular una respuesta conjunta que aúne a todos los estados miembros y que evite que cada país defienda exclusivamente sus propios intereses, por delante de esta necesidad de frente común.
JOSEP MARIA VILARRUBIA – DIRECTOR DE RESEARCH DE CAJA INGENIEROS
🎯 Europa ante Trump: amenazas y oportunidades, por Josep María Vilarrúbia (Caja Ingenieros), en tiempodeinversion.com
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