El sector de los semiconductores ha sido el protagonista de la escasez global de productos. La falta de chips tiene efectos negativos debido a la importancia de este recurso. En ningún lugar ha sido más evidente que en la industria del automóvil. El aumento de los precios de los coches de segunda mano es la prueba de que la demanda es sólida y, sin embargo, la producción no ha podido volver a los niveles anteriores a la pandemia.
No esperamos que esta escasez de semiconductores se solvente totalmente a corto plazo; la demanda es elevada y los plazos de entrega de nuevos suministros son largos. No obstante, hay buenas noticias: los fabricantes afirman que la gravedad de la escasez de semiconductores ha tocado techo y, los datos recientes sugieren que hay suficiente disponibilidad de chips como para creer que la producción global de automóviles está recuperándose. En términos reales, la producción industrial de automóviles y productos relacionados ha aumentado en Estados Unidos, Alemania y Japón a partir de noviembre en meses consecutivos.
Es la primera vez que los tres países registran mejoras en meses consecutivos desde la reactivación de la actividad económica a mediados de 2020. Lo más destacable es el avance en Japón, donde el volumen de las exportaciones de vehículos se disparó más de un 40% intermensual en noviembre. Todo ello contribuye a que seamos optimistas con respecto a la renta variable japonesa, muy influenciada por las empresas industriales con sólidas revisiones de beneficios que se beneficiarán de la descongestión de la cadena de suministro, el crecimiento por encima de la tendencia en los mercados desarrollados y la estabilización de la actividad en China.
La solidez de la demanda impulsará la oferta de empleo
La recuperación de la oferta de mano de obra se ha retrasado considerablemente con respecto a la recuperación de la demanda, sobre todo en Estados Unidos. Esto provoca cuellos de botella en toda la economía global, además de impulsar la inflación subyacente a través del aumento de los salarios. Sin embargo, en nuestra opinión, la oferta de mano de obra seguirá mejorando, lo que facilitará un incremento de la producción tanto en los sectores de bienes y servicios. Una lección aprendida del último ciclo ha sido la de no subestimar el carácter cíclico de la tasa de actividad.
Una economía robusta es capaz de mantener a los empleados en sus puestos de trabajo y mejora el índice de obtención de empleo para los jóvenes que se incorporan al mercado laboral. A medida que las recientes recuperaciones han ido madurando, la tasa de actividad ha tendido a aumentar tras una caída sustancial de la tasa de desempleo, compensando las presiones estructurales derivadas del envejecimiento de la población. Es de esperar que esto ocurra en un ciclo normal, pero aún más en éste, ya que la preocupación por la sanidad pública – que esperamos que remita – sigue pesando sobre el empleo. En diciembre, 1,1 millones de estadounidenses dijeron que no habían buscado trabajo a causa de la pandemia. Casi 1,7 millones de personas declararon tener un empleo, pero no estar trabajando por enfermedad.
A medida que los efectos de variante Ómicron remite, la proporción de la población con cierta inmunidad a la COVID-19 aumenta y los nuevos medicamentos proliferan, pensamos que la recuperación de la oferta de mano de obra será más prolongada. Entre las diferentes economías avanzadas se observan niveles dispares de fijación y rotación de la mano de obra, en parte relacionados con el tipo y la amplitud de las medidas fiscales aplicadas en los dos últimos años.
Algunos análisis sugieren que los hogares estadounidenses con menores ingresos no disponen de un colchón financiero significativo tras haber agotado el exceso de ahorro. Esto puede impulsar la necesidad de reincorporarse al mercado laboral. Existe el riesgo de que se produzca algún cambio estructural en la participación de la población activa, pero en nuestra opinión es más probable que los estadounidenses en edad intermedia vuelvan a alcanzar las mismas tasas de participación que prevalecían antes de la pandemia, como ya han logrado sus vecinos del norte, en Canadá. Los puestos de trabajo en el grupo de edad de 24 a 54 años tendrían que ser 1,9 millones superiores al nivel actual para volver a los niveles de febrero de 2020.
La mayoría de los bancos centrales de los mercados desarrollados, incluida la Reserva Federal, han señalado que no esperarán a una recuperación total de la inflación antes de subir los tipos de interés. Los nuevos trabajadores, así como la intensificación de la inversión, deberían impulsar el crecimiento en los próximos años, lo que probablemente permitirá a los bancos centrales alcanzar tipos de interés más altos, al final de este ciclo, de lo que el mercado descuenta actualmente.
Con el paso del tiempo, una expansión que permanece intacta, al mismo tiempo que se retira la flexibilidad monetaria debería ejercer una presión al alza sobre los tipos de interés en toda la curva de tipos.
Jaime Raga, Responsable de relación con clientes de UBS AM Iberia
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