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Busque… donde otros no lo hacen

por | 17 Jul 2020

“Usted ve, pero no observa”.

Arthur Conan Doyle. Escritor inglés y creador del personaje de ficción Sherlock Holmes.

En el año 1673 la Real Academia de Pintura y Escultura Francesa celebraba su primera exposición de arte semipública en el Louvre. Desde esa fecha, y durante al menos 200 años, la exposición en el salón oficial era esencial para cualquier artista que pretendiera triunfar, no solo por la escasez de sitios donde exponer, sino porque conseguir incluir alguna obra en el catálogo era símbolo del favor real. Y este reconocimiento podía evitar el olvido, pasar penurias o hasta impedir que alguien llegara a cortarse una oreja.

En el siglo XIX, era tal la afluencia de cuadros que llegaban a París para ser expuestos, que el jurado, bastante conservador en lo que a gustos se refiere, rechazaba multitud de obras pictóricas. Napoleón III, ante esta situación, decidió que una gran parte de esos cuadros no aceptados pudieran ser expuestos en lo que terminó llamándose el “Salón de los Rechazados”. Muchos críticos, junto con el propio jurado, se acercaban para reírse, e incluso increpar a los pintores que, como si de un destierro se tratara, exponían en aquel salón.



Desconozco si es o no una leyenda, pero se cuenta que tuvo que pasar un tiempo hasta que alguien decidió ver aquellos cuadros desterrados mirándolos desde lejos. De esta forma, y al dar varios pasos hacia atrás, esa persona trató de contemplar aquellas obras desde una óptica más global. ¿Qué creen ustedes, entonces, que sucedió?, pues que lo que hasta entonces parecían lienzos sin sentido y carentes de valor se convirtieron, con el tiempo, en verdaderas obras de arte, valiosísimas gracias al movimiento que transmitían, la descomposición del color, los efectos lumínicos… De esta manera, pintores como Monet, Renoir o Manet –a los que se les obligaba a exponer en el “salón de los rechazados”–, dejaron de ser artistas objeto de risas y burlas para convertirse en figuras de culto y renombre.

Como ven, cada detalle es parte de una obra y cada pincelada puede significar mucho.

El hecho de no haber sido capaces de dar dos simples pasos hacia atrás hizo que muchas personas perdieran mucho dinero. Fíjense, pagar varias monedas para ver aquellas obras “rechazadas” por los cánones pictóricos impuestos de aquel entonces, fue el peor dinero invertido: al no observar aquellas obras con mirada global y la suficiente paciencia, esas personas no fueron conscientes de la excelente inversión que hubiera supuesto para ellos.

Este artículo no trata de ser un alegato en favor de los incomprendidos pintores impresionistas en un determinado momento de nuestra historia y ni mucho menos pretende aburrirles con citas o anécdotas del pasado. Mi objetivo es tratar de explicarles que esto, en finanzas, también suele pasar:

  • En este sentido, y por poner un primer ejemplo, podemos señalar cómo en nuestro país hay gestores que, muy a pesar de aportar valor consistentemente día tras día con su trabajo, son al final unos profesionales “incomprendidos” y desconocidos cuyos fondos no consiguen ni atraer al gran público (incrementar el número de partícipes), ni ser aceptados por parte de muchos profesionales de la selección de productos de ahorro e inversión a la hora formar parte de sus listas de productos recomendables.

    De nada sirve que logren batir a sus índices de referencia puesto que el patrimonio bajo gestión de estos “artistas” sigue estando lejos de los fondos superventas.

    ¿Tan complicado es salirse de la manada y atreverse a sugerir este tipo de fondos?. Parece ser que sí… aunque les adelanto que quien les escribe nunca le ha importado salirse de esos cánones de belleza, ampliamente aceptados por el sector, y desde hace más de 20 años, ha preferido mirar y confiar donde otros no lo hacían pues allí es donde ha logrado encontrar verdaderas joyas de la inversión que siguen aportando valor a nuestros asesorados.

  • Un segundo ejemplo podríamos encontrarlo en aquellos analistas, o gestores de carteras o de patrimonio que prefieren seguir en todo el momento al consenso y no salirse de él. El consenso, muchas veces, hace mucho daño al ahorrador e inversor pues uno puede terminar comprando un producto que está de moda y que todo el mundo en el sector financiero “coloca”, pero que quizás no sea el más adecuado para él; ya sean preferentes, o garantizados, o hipotecas multidivisas,….También puede suponer rechazar ideas de inversión por considerarlas “patitos” feos sin darse cuenta que quizás, y con un tiempo prudencial, puedan llegar a convertirse en majestuosos cisnes.


    Seguir, de alguna manera, al consenso ha hecho que muchos inversores no hayan aprovechado todo lo que debieran el rally alcista vivido en los mercados de bolsa y de deuda privada desde finales del pasado marzo, a pesar de la pandemia sanitaria provocada por el covid-19.  Seguir al consenso puede que, en el momento de leer este artículo, le haga no ser capaz de detectar dónde están esos valores de calidad que hoy casi nadie quiere pero que podrían aportar mucho valor en el futuro.

  • También hay determinados inversores y analistas que, donde la mayoría ve amenazas, éstos son capaces de detectar oportunidades de inversión. Sucede con temáticas como la inversión socialmente responsable, la robótica, el Fintech, el envejecimiento de la población,…etc. Estos inversores, y apoyándose en sus herramientas de análisis, al analizar la situación económica y geopolítica con perspectiva, desde la distancia y, a veces, hasta dando un par de pasitos atrás, son capaces de localizar ideas de inversión que, formando parte para muchos de un hipotético “salón de los rechazados”, son rentables para el presente y para el futuro. Al final no es más que transformar un muro en un escalón para seguir avanzando…Así de sencillo.

Hay un poema de la británica Christina Georgina Rossetti que viene a decir así; “ ¿Quién ha visto el viento?. Ni tú ni yo, pero cuando tiemblan las hojas es que pasa el viento. ¿Quién ha visto el viento?. Ni tú ni yo, pero cuando los árboles se inclinan es porque pasa el viento”. Y es que muchos se obstinan en sólo estudiar el viento, sus consecuencias y ver cómo se comportan los demás para tener la misma reacción.



En cambio, hay otros inversores y profesionales del asesoramiento financiero que siguiendo los pilares de la búsqueda de la calidad, de la innovación, de la cautela, de la paciencia y la flexibilidad quizás consigamos detectar esas ideas de inversión que están en empresas que aúnan una clara visión, misión y valores. …y, además, con potencial de rentabilidad. Unas empresas que posiblemente no estén en los grandes superventas del momento, o en los índices más seguidos…o, incluso, en la cocina de confusión que muchos practican tratando de diversificar sus ahorros contando con un poco de todo.

Quizás esas buenas ideas sí estén presentes en esos otros gestores, a veces “rechazados” que trabajan en pequeñas boutiques de gestión o, estando en nómina de otras más grandes, no son los más elegidos por los inversores o los selectores de producto.

Mi misión, como sherpa del asesoramiento financiero objetivo, ha sido y será siempre tratar de descubrirlos. Por lo tanto, ¿Se animan a buscar donde otros no lo hacen?.

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José María Luna

José María Luna, socio fundador de Luna & Sevilla Asesores Patrimoniales
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